Estamos de vuelta. ¡Cosa que no estaba del todo seguro que sucediera! El viernes, al salir del trabajo, mamá y papá me pasaron a buscar por el curro en Virgen del Cortijo. Tras pasar por casa a buscar algunas cosas que se me habían olvidado pusimos rumbo a Peñíscola. Ahí se llevaba a cabo la Reunión de los Luna, familia a la que pertenecemos a través de La Quilla (o como otros la llamaban la Abuela o l'Avia Gran...). Pues llegamos a Peñíscola justo para la introducción de Pilarín a los recién llegados. Fue todo breve, y tras enterarnos del plan del día siguiente, unos cuantos de nosotros fuimos a cenar una pizza al pueblo. Éramos el tío Miguel Ángel (patriarca de la reunión), su hija Elisabeth, mi abuela María Rosa, mi madre y mi padre, mi tío Toni, Joseito y Merche y el menda. La verdad es que el camarero se enrolló, y a pesar de estar cerrando nos trajo unas patatas bravas "a la peñíscolana", unas aceitunitas y unas pizzas. Tras eso, y una visita a la playa nos fuimos a dormir.
Estábamos alojados en el Hotel Residencia Papa Luna. Sí, por si alguien lo ha visto en los folletos del Ministerio de Trabajo, es uno de esos hoteles de invierno para el IMSERSO. Pero no el IMSERSO español, sino el IMSERSO francés. Estaba lleno de jubilados franceses (y jubiladas jaja) entre la que nos movimos como peces en el agua. Yo compartía habitación con (mi hermano, así que me han dicho que parecía) Toni, mientras que a mi abuela y a Pilarín por un lado y a Beth y a Cisco por otro les dieron las suites con vistas al mar. Todo esto en primerísima linea de mar y con vistas a las posesiones de nuestro antepasado, el Papa Luna.
El sábado nos levantamos prontito, y tras pasar por el desayuno del hotel, nos montamos en un autocar hacia Morella. Este pueblo de la comarca de Los Puertos, es un grandiosa ejemplo de ciudad fortificada. Erigida sobre una roca y con un castillo en la cima, es una visión espectacular. Llegamos tras una hora de camino, y primero visitamos la iglesia de Santa María, o Iglesia Arciprestal. Como comenta la Wikipedia "Esta construcción gótica reúne en una misma fachada la Puerta de los Apóstoles y la de las Vírgenes. Ya dentro, en la parte posterior del coro, se puede ver esculpido en forma de friso el Pórtico de la Gloria. La singular escalera de caracol por la que se sube al coro, el altar mayor, sus tres rosetones con vidrieras originales de la Escuela valenciana del siglo XIV y el órgano de Torull son algunas de sus joyas".
Cuando acabamos de ver la iglesia, los que teníamos fuerzas, subimos al castillo. Como todo en España, la construcción va desde los poblados íberos hasta las guerras carlistas. Se entra a través del antiguo patio de armas y del convento (que tiene una iglesia preciosa). Después a través de caminos y escaleras se llega a la parte alta del castillo, con la cárcel y las estancias. La vista de todo el valle de carrascas desde arriba no tiene precio. Ya de bajada nos dirigimos a Casa Roque, donde pudimos degustar la comida morellana. Unos picapicas seguidos de un solomillo con hojaldre y de postre a elegir entre postre de chocolate, de limón o cuajada. Muy bueno todo. única pega: el baño a dos pisos bajo tierra y las dificultades de accesibilidad para los que tienen la movilidad más reducida de la familia.
De vuelta al hotel, y antes de "abrazar a Morfeo", nuestro guía nos siguió contando historias de la zona. La verdad es que este hombre (¿cómo se llama?) nos ha dado un trato exquisito. Se trata de un vasco, de padre alemán y madre gallega, que ha vivido en Italia, y que lleva veintitantos años enamorado de Peñíscola. Casi na'. Pues nos contó todas las historias y leyendas de la zona, para llegar al hotel tras otra hora de viaje, y cada uno hacer un plan. La mayoría se fueron a dormir la siesta, pero con mis padres y Toni subimos a intramuros, a la ciudad fortificada de Peñíscola. Muy bonito primer contacto con la zona.
Antes de cenar nos reunieron en la parte noble del hotel (como no iba a ser menos en una familia como la nuestra) para que Ignacio os pusiera al tanto de nuestro pariente don Pedro Martínez de Luna, del que hablé en mi blog antes de la reunión. Interesante repaso a la vida convulsa de este cardenal. Cenamos con los abueletes en el comedor del hotel, y después cada uno hizo su vida. Nosotros volvimos a intramuros, pero la vida del pueblo estaba bastante apagada. Toni pidió una jarrita de Agua de Peñíscola para los noctámbulos. ¿Y qué es el Agua de Peñíscola? Pues Agua de Valencia, pero con piña en lugar de naranja. Un copa, un paseo con cuidado que no nos volásemos con el viento, y a dormir.
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